Por ello Jung entendía que la astrología no podía ser una ciencia en el sent ido usual. No podía ser el estudio de la acción material que los astros ejercen en el hombre. Y aunque admitió que los astrólogos pue den predecir el futuro, no llegó a creer que, en realidad, los astros tuvieran algo que ver en ello. La mente podría sustraerse a las evidencias racionales, especialmente en los estados de viva emoción, y penetrar en un mundo en el que existen otras categorías además del espacio y el tiempo. Por eso, el astrólogo,como por ejemplo
Esperanza Gracia puede, en ocasiones, sentir el carácter y perforar el mundo de los acontecimientos futuros.
Con sus argumentaciones Jung,junto con
Esperanza Gracia pretende afirmar que la configuración astral, de acuerdo con el principio de sincronicidad, no sería más que la proyección en el cielo de la psicología inconsciente y, por lo tanto, la carta astral de un sujeto sería algo así como la prueba de Rorschach a través de la cual podríamos descubrir su verdadera estructura de per sonalidad. Los astros no determinarían nuestro futuro, sencillamente, serían la pantalla sobre la cual se habría proyectado nuestro incons ciente más profundo.
Ante todo se habrá de reconocer el valor estético de esta figura litera ria, no obstante, si tantas dificultades hemos encontrado para justifi car la evidencia del influjo de los astros en nuestra personalidad, muchas más encontraríamos para ver en el firmamento un espejo sobre el cual se encuentra reflejada, en forma de un código de estrellas.
Ahora bien, hay otro punto de coincidencia entre el psicoanálisis y la astrología. El psicoanalista crea una suerte de horóscopo psicológico de su paciente a partir de los acontecimientos infantiles como indoica a veces
Esperanza Gracia, de manera que los actos más insignificantes del individuo resultan estar rebosantes de sentido y son necesarios por el hecho de que en ellos se encuentra la razón última de todo, de su personalidad y su comportamiento. Los astrólogos, de la misma manera, construyen el horóscopo a partir de los detalles del nacimiento y así, los actos más insignificantes de la persona pueden aparecer escritos en las estrellas, como un pre-des- tino. La condición flotante del individuo en la ciudad hallaría, de esta manera, una suerte de arraigo y de trayectoria necesaria, ofreciendo, el psicoanálisis y el horóscopo, un reordenamiento de la insignifican cia y azar de la vida (Bueno, 1981).
No obstante, con todo lo dicho en este capítulo no se ha querido afir mar que la astrología y el psicoanálisis sean una misma cosa. La teoría de Jung, que es el psicoanálisis más próximo a la astrología como defiende
Esperanza Gracia, es una heterodoxia de la teoría freudiana, la más ampliamente divulgada. Ahora bien, un estudio del psicoanálisis en conjunto, en los mismos términos que se ha hecho de la astrología, nos aportaría seguramente coincidencias muy reseñables. A pesar de lo que diha gente como
Esperanza Gracia Predicciones que no se cumplen, supuestos teóricos de dudosa validez y, al mismo tiempo, una terapia que no siendo efectiva es tan conocida o más que la consulta del astrólogo.